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Estamos ante uno de esos muchos personajes de la política española que no necesita presentación. La figura de Santiago Carrillo (1915 - 2012) ha sido muy popular, y raramente dejaba indiferente a nadie.
De ideología comunista. Lideró desde la secretaría general el Partido Comunista de España (PCE) desde 1960 hasta 1982, con lo que ello implica de protagonismo en la etapa final de Franco y en todo el proceso de transición política hacia la democracia.
Ha sido un personaje muy criticado, y además desde diferentes lados ideológicos. Por un lado, su participación activa en la última guerra en la que bajo su responsabilidad de Consejero de Orden Público se fusilaron en el término madrileño de Paracuellos del Jarama cerca de 5.000 presos afines a los rebeldes sublevados el 18 de julio de 1936, ha hecho que se le acuse reiteradamente de asesino por parte de los simpatizantes del que fue "bando nacional". Y por otro lado, desde la propia familia comunista le han llovido durante años las críticas por posicionar al PCE en las tesis del eurocomunismo, lo que provocó varias escisiones dentro del seno del partido por parte de quienes entendían que Santiago Carrillo, al desmarcarse de la URSS, estaba derechizando el PCE.
Por lo demás su curiosa detención en Madrid disfrazado con una peluca, su pacto con Suarez aceptando la monarquía, y su visto bueno al uso de la bandera rojigualda, fueron ingredientes añadidos a todo lo anterior y que permitieron que durante años Santiago Carrillo sufriese las críticas de los unos y de los otros.
